De nuevo la capital vive sin alharacas lo que es común en esta fría ciudad de invierno.
El sentido deportivo aparece al margen de toda manifestación social. Los centros de reunión se mantienen igual que siempre. Nadie olvida lo que es un día de rugby en Valladolid. El choque semanal cumple su promesa todos los domingos, dentro y fuera. El Salvador sabe lo que tiene y dónde radica su fuerza, todas las semanas. Para el VRAC cada choque es una aventura llena de ilusión; todo está por conseguir, siempre.
Los corazones laten fuertes y lentos y la gente del rugby en Valladolid nos miramos a la cara y nos saludamos con una sonrisa, manteniendo la mirada, en ambos equipos. La complicidad forma parte de ese recogimiento casi monacal que da fuerza al guerrero antes de la batalla
Menos seremos, aquí, que los que se desplacen de fuera; seguramente. En las Termópilas eran menos los que defendían su territorio.
Menos serán también allá; en Villajoyosa. No nos vanagloriamos de ello; pero Valladolid es así. Sobria y sin acentos ni modulaciones.
Adelante pues, la batalla está servida